Results

UNFPA - United Nations Population Fund

08/21/2024 | News release | Archived content

Tres años después de que los talibanes tomaran Afganistán, conocemos a la partera que se quedó, ayudó a dar a luz y salvó vidas

PROVINCIA DE BAMYAN, Afganistán - «Si me hubiera ido, una madre o un bebé podrían haber muerto. Me quedé porque las personas necesitaban mi apoyo, especialmente las mujeres embarazadas».

Mariza Ahmadi llevaba tan solo un año trabajando como partera en la casa de salud familiar de Ahangaran, en la provincia de Bamyan, cuando los talibanes tomaron el control del país en agosto de 2021. Las tropas extranjeras se retiraron repentinamente y la vida de millones de afganos se sumió en el caos, especialmente la de las mujeres y las niñas.

«Estaba muy preocupada, pero no podía irme porque la gente necesitaba nuestros servicios. A las mujeres embarazadas les preocupaba dónde dar a luz ya que los centros sanitarios estaban cerrando», rememoró la Sra. Ahmadi al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva. «Por eso no cerré la casa de salud familiar».

Los trabajadores de la salud pública se vieron gravemente afectados por la toma del país, ya que los hospitales y las clínicas se vieron obligados a cerrar o dejaron de funcionar y su personal ya no podía trabajar en condiciones seguras.

Una de las mujeres que buscó ayuda en la clínica de Ahangaran fue Sughra, de 29 años, embarazada de nueve meses.

«Unos días antes, había ido al hospital provincial de la ciudad de Bamyan, pero el personal me advirtió que no estaban seguros de si seguirían abiertos en los días siguientes», explicó la Sra. Sughra.

Como no sabía si podría conseguir atención especializada en la ciudad y estresada por la situación de inseguridad que se estaba desarrollando, decidió irse a casa de su padre, en la aldea de Ahangaran, tan pronto como sintió las primeras contracciones previas al parto.

Trabajadores humanitarios en acción

La Sra. Sughra soportó un viaje de tres horas en la parte trasera de un camión por carreteras en mal estado para llegar al centro de salud de la aldea y dar a luz a su hijo. © UNFPA Afganistán

Con su esposo y su cuñada, la Sra. Sughra soportó un viaje de tres horas en la parte trasera de un camión por carreteras en mal estado para llegar a la aldea.

«Tenía miedo de dar a luz en el camión», recordó.

Unos días después, la Sra. Sughra comenzó a tener dolores de parto y pidió que la llevaran a la casa de salud familiar, que cuenta con el apoyo del UNFPA y es la única disponible en la zona.

«Llegamos muy temprano en la mañana, pero mi trabajo de parto duró todo el día. La partera me dijo que si el bebé no salía antes de las 4 de la tarde tendrían que llevarme al hospital provincial».

No obstante, cuando se pusieron en contacto con el hospital de la ciudad de Bamyan, les dijeron que todo el personal médico se había ido. La única opción sería viajar allí con la Sra. Ahmadi, quien atendería el parto. Ella solo necesitaba el equipo que había en el hospital en caso de que se presentaran complicaciones, como un parto por cesárea, para el cual la casa de salud familiar no estaba equipada.

Afortunadamente para la Sra. Sughra, a partir de ese momento su trabajo de parto fue rápido. A las 2 pm del 19 de agosto de 2021, Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, dio a luz a un bebé sano sin complicaciones.

«El trabajo de parto fue angustioso, pero estaba feliz de que lo hiciéramos todo en la casa de salud familiar», recordó la Sra. Sughra. «Si la clínica no hubiera existido durante esos días, Dios sabe lo que podría haberme sucedido».

Mariza Ahmadi ha trabajado como partera en la casa de salud familiar de Ahangaran, apoyada por el UNFPA, en la provincia de Bamyan. © UNFPA Afganistán

Un compromiso con su país

Detrás de ese parto seguro estuvo la valentía de la partera. «Fue una situación difícil, pero esta clínica no cerró ni un solo día durante esos momentos», aseguró la Sra. Ahmadi.

«Yo también tenía miedo pero, si me iba, todos nuestros esfuerzos por prevenir las muertes maternas y neonatales habrían sido en vano».

Afganistán tiene desde hace tiempo una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo: una mujer muere cada hora debido a complicaciones del embarazo y el parto, muertes que podrían prevenirse en gran medida con una atención adecuada por parte de parteras cualificadas.

Ahora que las autoridades de facto han reducido drásticamente la posibilidad de las mujeres para trabajar y viajar sin ir acompañadas de un tutor masculino, la situación es más peligrosa para las mujeres y las niñas (y las generaciones futuras) de Afganistán.

Esa semana, la Sra. Ahmadi asistió otros tres partos de mujeres que habían sido desplazadas de otros distritos de la provincia de Bamyan.

«Me quedé porque la gente necesitaba mi apoyo y tenía que atenderles en situaciones tan cruciales», explicó la Sra. Ahmadi.

«Durante los cuatro años que llevo trabajando aquí, no ha habido muertes maternas en esta clínica».

Una emergencia de partería

Faltan pocos días para que Farhad, el hijo de la Sra. Sughra, cumpla tres años. «Cuando crezca, espero que pueda estudiar para poder construir un buen futuro para sí mismo y para los que le rodean», recalcó.

Financiada actualmente por los Estados Unidos y anteriormente por Italia, la casa de salud familiar de Ahangaran proporciona servicios de salud vitales a las personas que viven en las comunidades aisladas circundantes a pesar de su ubicación en una zona remota de la provincia de Bamyan.

Las parteras pueden cubrir alrededor del 90% de las necesidades esenciales de salud reproductiva, materna, neonatal y adolescente, pero el mundo necesita otras 900.000 parteras capacitadas. Afganistánnecesita urgentemente 18.000 parteras más para cubrir la demanda de asistencia cualificada en el parto, una carencia que de otro modo pone en peligro vidas y socava la autonomía corporal de las mujeres y las niñas a gran escala.

En 2021, el UNFPA prestaba apoyo a poco más de 70 casas de salud familiar en Afganistán, una cifra que, a pesar de las extremas dificultades del entorno operativo, se ha multiplicado por seis hasta alcanzar las 477 en la actualidad. Desde 2021, estas clínicas han ayudado a más de 5 millones de afganos a acceder a servicios de salud esenciales, especialmente en zonas remotas y de difícil acceso.