UNHCR - Office of the United Nations High Commissioner for Refugees

02/08/2024 | Press release | Distributed by Public on 02/08/2024 20:17

“El ciclismo me salvó la vida”: Amir Ansari, Atleta Olímpico Refugiado

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Cuando Amir, de 24 años, recibió la llamada oficial del Comité Olímpico Internacional (COI) informándole de que formaría parte del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados 2024, apenas podía creer lo que estaba escuchando. Desde que huyó a Suecia y empezó a hacer ciclismo, solo ocho años antes, había soñado con llegar algún día a los Juegos Olímpicos, pero ese sueño le había parecido a menudo inalcanzable debido a las luchas por las que ha pasado durante su travesía como refugiado.

Por ello, la oportunidad de competir en París y representar a los 120 millones de personas que se han visto forzadas a huir significa mucho para él:

"Es un gran honor y una gran responsabilidad formar parte del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Soy uno de los que lograron ponerse a salvo, pero muchos perdieron la vida por el camino. Me siento bien de poder representarlos, y espero poder hacerlo de manera que se sientan orgullosos", afirma el atleta refugiado.

El ciclismo se convirtió en su salvavidas

El camino de Amir hasta los Juegos Olímpicos de París 2024 no ha sido nada fácil.

En 2015, se vio forzado a huir de su hogar debido a la persecución. El largo viaje hasta Suecia le llevó por rutas y terrenos peligrosos a través de Irán, Türkiye y Grecia, y hubo varios momentos en el camino en los que temió por su vida.

"Cuando cruzamos las aguas entre Türkiye y Grecia algunas personas pincharon nuestra barca de goma porque querían que regresáramos, pero para mí no había vuelta atrás. Tenía miedo porque no sabía nadar", recuerda.

Amir llegó sano y salvo a Suecia, pero el peligroso viaje le dejó secuelas mentales. Como ocurre con muchas otras personas refugiadas y solicitantes de asilo, sufrió trastornos emocionales. Suelen ser reacciones naturales a acontecimientos adversos y traumáticos relacionados con conflictos, desplazamientos e incertidumbre sobre el futuro. Por eso, Amir se encontraba en una situación muy oscura cuando un amigo suyo le presentó el Club Ciclista de Estocolmo. El club resultó ser el salvavidas que necesitaba después de enfrentarse a tantos obstáculos.

"El ciclismo me ayudó a olvidar mi depresión y mis miedos, porque cuando estoy en la bici no pienso en nada más. Simplemente disfruto el momento", explica Amir.

Amir Ansari con su primera bicicleta. Se la regaló un miembro del Club Ciclista de Estocolmo poco después de mudarse a Suecia.

© ACNUR

El entrenador de Amir, Pierre Moncorgé, ha sido testigo de primera mano del cambio que ha supuesto el ciclismo en la vida del joven deportista.

"Conocí a Amir en 2016, cuando se unió al Club Ciclista de Estocolmo. Por aquel entonces era un adolescente bastante tímido, y se podía ver cómo le había afectado su viaje como refugiado. Era frágil mentalmente. Sin embargo, en cuanto se subía a la bicicleta o se movía dentro de las actividades del club, se sentía tan feliz de estar ahí, siempre sonriente y amable con todo el mundo", relata Pierre.

Un viaje impresionante

Los miembros del Club Ciclista de Estocolmo no tardaron en darse cuenta del talento ciclista de Amir. Aunque empezó compitiendo para el equipo junior del club, rápidamente lo ascendieron al nivel senior, y en 2017 se unió a su equipo de élite. Desde entonces, ha participado en campeonatos nacionales e internacionales en competiciones de contrarreloj y de fondo en carretera como parte del equipo del Club Ciclista de Estocolmo y del Equipo de Refugiados de la Unión Ciclista Internacional (UCI).

Pierre está impresionado por la trayectoria de Amir.

"Ha evolucionado mucho. Lo tenía todo para aprender: entrenamiento, tácticas de carrera, nutrición, recuperación, etcétera. Aunque hizo algo de bicicleta de montaña cuando era joven, 2017 fue más o menos un año cero para él en el ciclismo", comenta Pierre.

"Pero es fácil entrenarlo por su dedicación. A pesar de las malas condiciones meteorológicas y de entrenamiento que tenemos aquí en Suecia, siempre se apega al plan, mientras que también es bueno escuchándose a sí mismo y ajustándose, cuando es necesario".

"Mi viaje me enseñó a ser resistente, a no rendirme y a seguir luchando, que es algo que puedo utilizar en el ciclismo", comenta Amir Ansari.

© ACNUR/Albert Karlsson

Nunca rendirse

La historia de Amir es un testimonio del impacto transformador que el deporte puede tener en el bienestar de las personas refugiadas y desplazadas por la fuerza. El ciclismo se convirtió en el faro de esperanza de Amir cuando se enfrentaba a la incertidumbre sobre su futuro. Le ayudó a hacer nuevas amistades, a aprender un nuevo idioma y, de paso, a formar una segunda familia: el Club Ciclista de Estocolmo. Los miembros del club le han prestado generosamente material y equipamiento, le han llevado a los entrenamientos y a las actividades del club, le han asistido en su proceso de asilo y mucho más.

Amir espera que su historia pueda inspirar a más personas refugiadas y a las comunidades que los acogen:

"Mi mensaje a todas las personas refugiadas es que sigan luchando y que nunca se rindan. Mi mensaje para todos los demás es: Ayúdense unos a otros. No importa si esa persona es refugiada o no. Tu ayuda puede cambiar toda la vida de esa persona, como me pasó a mí".

Hacer que los refugiados se sientan orgullosos

Los Juegos Olímpicos de 2024 serán el punto culminante del viaje ciclista de Amir hasta ahora. Sabe que se enfrentará a una dura competencia en París, donde competirá contra ciclistas profesionales, pero su objetivo está claro:

"Mi expectativa es hacerlo lo mejor posible. Tener un mejor rendimiento que ayer y hacer que tanto las personas refugiadas como yo mismo nos sintamos orgullosos".