11/21/2024 | Press release | Archived content
El dinamismo empresarial ocurre cuando nuevas firmas ingresan al mercado, firmas ya existentes se expanden y cuando firmas menos productivas dejan de participar en éste. Pero el dinamismo empresarial está disminuyendo en muchas economías alrededor del mundo, interrumpiendo el proceso por el cual recursos tales como el trabajo y el capital son asignados eficientemente en la economía.
Mucha de la evidencia de este fenómeno se concentra en las economías avanzadas, como la de los Estados Unidos. Pero este proceso de transición también se está observando en regiones menos desarrolladas, y muchas veces se ve acompañado de otras tendencias negativas relacionadas, tales como un crecimiento de la productividad más lento, una mayor concentración de poder de mercado y una brecha creciente en la productividad laboral entre compañías.
La principal incógnita que enfrentan los políticos actualmente es determinar cuáles son las intervenciones necesarias para detener este declive. Existe una amplia variedad de respuestas a esta pregunta, abarcando desde medidas destinadas a incentivar la difusión del conocimiento entre las empresas hasta políticas antimonopolio.
El dinamismo empresarial es uno de los motores del crecimiento productivo a nivel global. Permite reasignar los recursos productivos, alejándolos de firmas menos productivas, que pueden verse forzadas a abandonar el mercado, y redirigiéndolos hacia firmas más innovadoras y eficientes. Aquellos mercados que son dinámicos potencian la innovación, la eficiencia y resiliencia económica. Los mercados sin dinamismo se arriesgan al estancamiento dado que una menor afluencia de entrada de firmas al mercado y de competencia reducen la innovación y desaceleran las ganancias en productividad.
Durante las últimas dos o tres décadas se ha observado un marcado declive a nivel mundial en el dinamismo empresarial, tendencia que ha sido documentada a través de un amplio abanico de medidas económicas. En los Estados Unidos, muchos estudios revelan una reducción marcada en la entrada de firmas y en las tasas de reasignación del empleo, así como una disminución considerable en las diferencias observadas entre las tasas de crecimiento de las firmas. En Europa se han documentado patrones similares. Allí, la reducción en el dinamismo empresarial contribuyó a la desaceleración del crecimiento en productividad. Este declive, junto con un aumento en la concentración del poder de mercado, sugiere que las economías se están adaptando con un menor grado de éxito. Existe un menor número de nuevas firmas que se hallan dispuestas a desafiar a las incumbentes. En consecuencia, la competencia es menor, hecho que conlleva a un crecimiento potencial menor en el largo plazo.
Podemos observar un patrón similar en países latinoamericanos. En el Gráfico 1, que recompila datos del proyecto DynEmp de la OECD, se distinguen las diferentes tasas de reasignación del empleo y de entrada de firmas para los distintos países. Tanto Brasil como Costa Rica (ambos en azul) se encuentran en el cuadrante negativo, con reducciones en las tasas de reasignación del empleo y de entrada durante el período 2000-2015. Esto evidencia que aquellas economías con desaceleraciones más pronunciadas también tienden a mostrar una reducción en la tasa de entrada de las firmas más considerable.
Gráfico 1: Variación en las tasas de reasignación del empleo y de entrada
[Link]Fuente: proyecto DynEmp de la OECD.Muchos investigadores apuntan al crecimiento del poder de mercado que poseen las grandes firmas como el principal responsable del declive en el dinamismo empresarial. Este aumento llevó a una reducción en el nivel de competitividad de los mercados, así como a mayores barreras de entrada, menores posibilidades de reasignar empleo y un aumento en el mark-up de precios.
Los cambios demográficos, en particular la desaceleración en el crecimiento de la fuerza laboral, también han sido apuntados como factores determinantes. A medida que las poblaciones crecen más lentamente, una menor cantidad de firmas entra en el mercado, lo que lleva a un aumento en la concentración de la actividad económica en manos de firmas grandes y ya establecidas. Este fenómeno, sumado al incremento en la concentración del mercado, se ha traducido en un aumento del tamaño promedio de las firmas y en una reducción de la participación del trabajo en el PBI. De acuerdo a datos del proyecto DynEmp de la OECD, los cambios demográficos pueden explicar las diferencias en las tasas de entrada de firmas observadas entre países (Gráfico 2). Sin embargo, no logran explicar del todo la variación a lo largo del tiempo de dichas tasas (Gráfico 3), siendo otras explicaciones más acertadas.
Gráfico 2: Entrada de firmas y demografía
[Link]Fuente: proyecto DynEmp de la OECD.Gráfico 3: Variación en el crecimiento de la población en edad laboral y tasas de entrada
[Link]Fuente: OECD y proyecto DynEmp de la OECD.Los avances tecnológicos y la globalización también han tenido una influencia significativa en el proceso. Las tecnologías tales como el software y los procesos basados en datos han permitido que las grandes empresas logren expandirse de manera más eficiente, reduciendo el rol que juegan los competidores más pequeños. A pesar de que la globalización inicialmente impulsó la competencia, también le ha permitido a firmas de mayor tamaño expandirse entre distintos mercados de manera más sencilla, marginalizando a las más pequeñas. Mientras tanto, la desaceleración del esparcimiento del conocimiento, causado en parte por una menor aplicación de leyes antimonopolio y un sistema de patentamiento estratégico llevado a cabo por las grandes firmas, ha ralentizado el proceso innovativo.
Frente a estos desafíos, los hacedores de política probablemente se vean obligados a tomar un enfoque multifacético. Un cuerpo de leyes antimonopólicas de aplicación robusta es crítico para prevenir prácticas monopólicas. El diseño de otras regulaciones que prevengan que grandes firmas obstruyan la competencia y que promuevan la entrada de pequeñas firmas será igual de importante.
Muchas regulaciones ya existentes, tales como la licencia ocupacional y las cláusulas de no competencia, resultan contraproducentes ya que impiden la entrada de nuevas firmas, limitando la circulación de nuevas ideas y productos. Asimismo, muchas leyes impositivas son ineficientes y dificultan el crecimiento. Los hacedores de política deberían implementar reformas también en estas áreas.
Finalmente, los encargados de política podrían apoyar iniciativas que faciliten la transmisión de conocimiento entre firmas mediante el establecimiento de colaboraciones entre grandes corporaciones y startups, así como fomentando la creación de plataformas que permitan que las firmas más pequeñas tengan acceso a datos y recursos valiosos. Otras iniciativas que podrían ayudar a promover la innovación y el espíritu emprendedor son aquellas que provean acceso a programas de financiamiento y asesoramiento para startups y pequeñas empresas.
Todos estos son pequeños pasos hacia una meta altamente compleja. A pesar de lo significativo del desafío, es importante remarcar que el declive en el dinamismo empresarial amenaza con traer consigo implicancias de mayor envergadura para la trayectoria económica de muchas regiones del mundo, y los encargados de diseñar las políticas para remendarlo necesitan ser conscientes de la problemática e intentar solucionarla en pos de una mayor justicia, innovación y crecimiento de la productividad.