UNHCR - Office of the United Nations High Commissioner for Refugees

11/13/2024 | Press release | Distributed by Public on 11/12/2024 19:11

El cambio climático agrava un conflicto mortal en el Cinturón Medio de Nigeria

En el campamento de desplazados internos de Ichwa, cerca de Makurdi, en el estado nigeriano de Benue, Mimi Kiva dirige una clase para niños pequeños que cantan acompañados de saltos y aplausos que provocan risas. A pesar de no tener ninguna preparación pedagógica formal, esta mujer de 47 años es naturalmente apasionada y cariñosa, con unas reservas de energía que parecen inagotables.

Incluso antes de que el año pasado se construyera esta aula y se contratara a Mimi como profesora voluntaria, ya reunía a los niños del campamento para darles clases al aire libre. "Les cuento historias sobre cosas que ocurrían en nuestras vidas antes de llegar al campamento, sobre nuestra cultura", explica. "Lo disfruto porque me olvido de todo".

A Mimi le gustaría olvidar muchas cosas. Hace tres años, no era maestra sino agricultora. Ella, su esposo y sus tres hijos tenían dos hectáreas de tierra en el Área de Gobierno Local de Guma, a 30 minutos en auto del campamento. Cultivaban ñame, sésamo y mijo, y criaban cerdos y gallinas. Mimi estaba particularmente orgullosa de sus ñames, que crecían hasta alcanzar un gran tamaño en la rica tierra de la zona. De vez en cuando pasaban por ahí pastores nómadas. "Pedían mijo o ñame a nuestra gente, y nosotros se lo dábamos", recuerda Mimi. "Eso era antes, pero ahora no".

Mimi Kiva dirige una clase en la escuela primaria del campamento de Ichwa, donde trabaja como voluntaria.

© ACNUR/Colin Delfosse

Un día, mientras Mimi, su esposo y su hija de 11 años cuidaban sus campos de ñame, escucharon un disparo. Cuando levantaron la vista, vieron a unos hombres armados. No tuvieron tiempo de huir. Los hombres violaron y asesinaron a la hija de Mimi. A Mimi la violaron y asesinaron a su esposo. Más tarde, un cazador la encontró herida e inconsciente y la ayudó a esconderse en el monte. Se escondieron ahí durante dos días antes de que fuera lo suficientemente seguro como para que él la llevara al campamento. Ahí recibió tratamiento médico y se reunió con sus dos hijos, quienes actualmente tienen 12 y 15 años.

"Lo perdí todo", cuenta Mimi. "Si vas a mi pueblo, todo se ha quemado; ya no puedo cultivar la tierra. Y no soy solo yo... todos pasamos por estas cosas. Aquí hay muchas viudas y huérfanos".

Casi todos los 3.790 residentes registrados en el campamento de Ichwa, y en muchos otros campamentos repartidos por todo el estado de Benue, eran pequeños agricultores como Mimi, que se vieron forzados a venir aquí por las violentas apropiaciones de tierras.

El campamento de Ichwa se creó hace cinco años para resguardar al creciente número de personas de la región de Makurdi, en el estado de Benue, forzadas a huir de los violentos ataques a sus granjas y aldeas.

© ACNUR/Colin Delfosse

En la última década, los conflictos entre comunidades se han cobrado innumerables vidas en la exuberante región nigeriana del Cinturón Medio y han desplazado a cerca de medio millón de personas solo en el estado de Benue. Enfrentamientos similares se están produciendo en toda la región del Sahel a medida que el cambio climático altera los medios de vida tradicionales e intensifica la competencia por las menguantes reservas de agua y tierras productivas.

Un informe publicado hoy por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en colaboración con socios de investigación, examina la intersección entre el cambio climático, los conflictos y los desplazamientos forzados. En él se advierte de que la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos puede agravar las tensiones y debilitar la cohesión social, intensificando las causas profundas de los conflictos y la inestabilidad.

Mientras tanto, fenómenos meteorológicos extremos como las inundaciones y la sequía agravan las amenazas a las que se enfrentan las personas ya desplazadas por los conflictos y la violencia. En la actualidad, alrededor de 90 millones de personas desplazadas por la fuerza viven en países con una exposición de alta a extrema a los peligros relacionados con el clima, y casi la mitad de todas las personas desplazadas por la fuerza soportan la carga tanto de los conflictos como de los efectos adversos del cambio climático. Esta cifra aumentará a medida que los riesgos climáticos se intensifiquen en las próximas décadas.

Un nuevo reto

La mayoría de los ganaderos nigerianos practican tradicionalmente un modo de vida nómada, desplazándose con sus rebaños en busca de pastos. Antes se desplazaban por todo el país, pero los cambios en el sistema de precipitaciones y la grave desertización han llevado a un número cada vez mayor de ellos al centro y sur de Nigeria, donde el crecimiento demográfico y las frecuentes inundaciones han reducido la cantidad de tierra disponible para el pastoreo.

"El cambio climático es un nuevo reto que no experimentábamos hace 20 o 30 años; nos está afectando de verdad", afirma Ibrahim Galma, Secretario de la Asociación de Criadores de Ganado Miyetti Allah (MACBAN, por sus siglas en inglés), agrupación que representa los intereses de los ganaderos de Nigeria. "Nuestros pastos se han secado y nuestros animales no pueden sobrevivir. Eso obliga a nuestros ganaderos a recorrer largas distancias y, desde 2012, hay una grave crisis".