07/29/2024 | Press release | Distributed by Public on 07/29/2024 06:15
Cuando era niña, iba al negocio de mi abuelo donde vendían y reparaban relojes. El me daba una lupa y dejaba que lo ayudara. Ante mis ojos aparecían resortes y piezas dentadas diminutas que conformaban el interior de cada reloj. Lo que más me gustaba era ver cómo se movían al mismo compás. Como toda niña curiosa, preguntaba a mi abuelo cuál era la pieza sin la cual el reloj no funcionaría. Él me explicaba que no importaba el tamaño ni la forma de las piezas, todas eran importantes y debían funcionar juntas para que el reloj pudiera cumplir su función: medir el tiempo y dar la hora exacta.
Con esa lección entendí la importancia de la coordinación y cómo cada componente, por pequeño que sea, es vital para el funcionamiento de todo un sistema. Los sistemas integrales de cuidados no solo mejoran vidas; sino que construyen sociedades más justas, equitativas y sostenibles. Para que eso sea así, al igual que el mecanismo de un reloj, necesitamos coordinar y conectar todas sus piezas.
Un sistema integral de cuidados puede definirse como el conjunto de regulaciones, instituciones y políticas diseñadas tanto para asistir y apoyar a las personas que lo requieran, como para reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado que continúan realizando principalmente las mujeres. Los cuidados son una necesidad básica para la vida cotidiana de las personas y, a la vez, permiten la reproducción social y de la fuerza de trabajo.
Los sistemas integrales de cuidados tienen las siguientes tres características principales:
Los cinco componentes de los Sistemas Integrales de Cuidados según Naciones Unidas son:
Uno de los principales desafíos para avanzar en políticas y sistemas de cuidados es su financiamiento sostenible. Implementar sistemas de cuidados que atiendan a más población y con más calidad, requiere destinar más recursos a estas políticas. Cada país debe determinar cómo avanzar gradualmente hacia la construcción de los sistemas integrales de cuidado conforme a sus prioridades y recursos.
Por lo general, los países de la región financian estas políticas con rentas generales, enfrentando desafíos como las restricciones presupuestarias y posibles cambios en la agenda pública ante nuevos gobiernos.
Si los recursos se implementan adecuadamente, los retornos económicos y sociales pueden ser significativos, incluyendo el mayor bienestar de las personas, la creación de empleo y la facilitación de la participación de las mujeres en la fuerza laboral. Esto no solo incrementa la renta familiar, sino que también activa la economía.
Un segundo desafío de los sistemas integrales de cuidado es el modelo de gobernanza. Este debe articular todos los esfuerzos y recursos de las instituciones que proveen servicios de cuidado a nivel nacional y subnacional, incluyendo la coordinación con la sociedad civil y el sector privado.
El gráfico a continuación sintetiza los componentes y principales características de los Sistemas Integrales de Cuidados y, a la vez, es la hoja de ruta que guió las conversaciones del Diálogo Regional de Políticas: "Sistemas Integrales de Cuidados: Impulsando el bienestar, la equidad y la economía en América Latina y el Caribe". El mismo tuvo lugar en Antigua, Guatemala, en julio de 2024, y fue organizado por la División de Género y Diversidad y la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Entre las principales conclusiones del Diálogo Regional de Políticas, se destaca que la región está avanzando en la consolidación de políticas y sistemas integrales de cuidados. Aunque los progresos y desafíos de cada país son diferentes, lo importante es reconocer que, en los sistemas integrales de cuidados, como en la maquinaria de un reloj, todas las piezas son relevantes. Necesitamos que todas funcionen juntas para lograr el objetivo principal: mejorar la vida de las personas.