IDB - Inter-American Development Bank

06/20/2024 | Press release | Distributed by Public on 06/20/2024 09:03

Pérdidas eléctricas en América Latina y el Caribe: un problema crónico para la sostenibilidad del sector


En nuestra reciente publicación Economía de las pérdidas de electricidad en América Latina y el Caribe se analiza cómo las pérdidas eléctricas en la transmisión y distribución de electricidad constituyen un problema crónico y evidencian una deficiencia en los mercados de América Latina y el Caribe. Estas pérdidas se calculan como la diferencia entre la cantidad de electricidad generada y la electricidad facturada a los consumidores finales. Abarcan tanto las pérdidas técnicas -derivadas de la naturaleza de los equipos y la infraestructura- como las no técnicas, que involucran el robo de energía o errores de medición y facturación, reflejando la eficiencia operativa y comercial de los sistemas eléctricos. Reducir y controlar estas pérdidas es indispensable para lograr mercados eléctricos sostenibles, tanto desde un punto de vista económico como ambiental.

Un problema persistente

La región enfrenta una situación endémica de pérdidas eléctricas que constituye uno de los principales desafíos del sector. En las últimas tres décadas, la región ha experimentado pérdidas promedio cercanas a 17% del total de energía generada, una cifra que triplica la de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y excede ampliamente los estándares internacionales de eficiencia. En 2019, estas pérdidas, que superaron el umbral de 10%, alcanzaron 120 TWh, equivalentes a la energía total generada por fuentes solares y eólicas en la región ese año. El problema es amplio, afectando a 22 de los 26 países de la región, todos con pérdidas superiores a 10%.

Evolución de las pérdidas eléctricas

Fuente: Grupo BID 2024

Los costos asociados con ignorar el problema de las pérdidas eléctricas resultan insostenibles si se aspira a ofrecer un servicio eléctrico de alta calidad

Altos niveles de pérdidas impiden la viabilidad financiera de las compañías eléctricas y pueden tener consecuencias fiscales y operativas, como socavar la capacidad de mantener y expandir una infraestructura adecuada. Las deficiencias de calidad pueden impactar la competitividad de la economía y, en particular, reducir la confiabilidad del suministro de energía para los grupos más vulnerables. El costo para las empresas de distribución de las pérdidas eléctricas fluctúa entre el 0.19% y 0.33% del PIB de la región. Además, altos niveles de pérdidas eléctricas representan un desafío en términos de equidad social, dado que las poblaciones más vulnerables son las más afectadas por una menor calidad del servicio eléctrico.

Las políticas de reducción de pérdidas pueden formar parte de las estrategias nacionales contra el cambio climático

Además de representar un costo financiero y operativo significativo, las pérdidas eléctricas también contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero, lo que socava los esfuerzos para disminuir estas emisiones mediante el uso de energías renovables. Las pérdidas eléctricas no técnicas incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero porque la energía no facturada fomenta el consumo excesivo. Se calcula que las pérdidas eléctricas son responsables de la producción de entre 5 y 6 millones de toneladas de CO2 cada año, cifra comparable a las emisiones generadas por 1.3 millones de vehículos de gasolina o el consumo de 661 millones de galones de gasolina anualmente.

No existen la solución perfecta y única para atender el problema de las pérdidas eléctricas

La heterogeneidad de la región y la diversidad de contextos presentan desafíos significativos para la implementación de políticas universales de reducción de pérdidas eléctricas. Las experiencias analizadas en el libro Economía de las pérdidas de electricidad en América Latina y el Caribe demuestran que no existe una solución única y efectiva para todas las situaciones. En cambio, los programas deben ser cuidadosamente adaptados a los diversos marcos institucionales, limitaciones financieras de las empresas, y circunstancias operativas específicas de cada país. Para que estas políticas sean efectivas, es crucial que estén basadas en un análisis detallado de las causas y características de las pérdidas, considerando la idiosincrasia de cada situación.

Además, es esencial establecer metas y planes realistas con plazos bien definidos que tomen en cuenta factores clave como la capacidad de inversión, el financiamiento disponible y el entorno económico. El proceso de diagnóstico, aunque pueda ser complejo y prolongado, debe ser visto como el paso inicial indispensable para construir un consenso y para el reconocimiento de los factores subyacentes que explican la problemática de las pérdidas eléctricas. Este enfoque integral permite diseñar medidas que no solo sean alcanzables, sino que también estén alineadas con las realidades sociales, económicas y políticas.

En contextos de bajos ingresos, alta informalidad, instituciones débiles y ausencia de políticas sociales suele haber una mayor tolerancia a las pérdidas eléctricas. Este entorno político y social complejo requiere que cualquier estrategia de mitigación no solo aborde los aspectos técnicos y económicos, sino que también considere las dinámicas políticas y sociales que perpetúan el problema.

Es evidente que los altos niveles de pérdidas eléctricas en la región tienen consecuencias negativas para la sostenibilidad financiera de las empresas eléctricas, el medio ambiente y, en algunos casos, para los gobiernos. En un contexto de transición energética y con significativas brechas de inversión, este problema demanda una atención inmediata. Las causas de las elevadas pérdidas eléctricas provienen de una compleja interacción entre factores técnicos, financieros, socioeconómicos, regulatorios y políticos. Por ello, los desafíos asociados con las pérdidas eléctricas requieren de un enfoque integral para su solución. Las políticas efectivas para mitigar estas pérdidas deben incluir no solo elementos técnicos, sino también consideraciones socioeconómicas, regulatorias y políticas . Abordando estos desafíos de forma holística, los mercados eléctricos de la región pueden avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo.