12/11/2024 | Press release | Distributed by Public on 12/11/2024 09:45
BOGOTÁ (Noticias OIT) Astrid nació y creció en Apartadó, una tierra próspera donde las plantaciones de plátano se extienden hasta el horizonte, bajo un cielo azul brillante. En la casa de sus abuelos, rodeada de aromas a frutas frescas y la calidez de la familia, vivió una infancia sencilla pero feliz. Entre juegos y risas con sus tres hermanos, aprendió el valor de la unión y la fortaleza que caracterizaba a su abuela, una mujer originaria del Valle del Cauca quien, junto a su esposo, llegaron desplazados a San José de Apartadó, y vendiendo jugos de naranja se forjaron un nuevo comienzo.
Su vida cambió cuando sus padres se separaron, obligándola a mudarse con su madre y su abuela materna. Aunque la separación dejó huellas, Astrid encontró refugio en el afecto de sus seres queridos. Al cumplir los 23 años, se casó con Omar, un docente de sistemas informáticos, y juntos formaron una familia con sus dos hijos, hoy de 11 y 6 años. Actualmente, viven en el barrio Policarpa, además con su padre, quien está cerca de ella siendo un pilar de apoyo.
A pesar de los riesgos de vivir en una zona golpeada por las pandillas y el narcotráfico, Astrid ha decidido seguir adelante. Con la ayuda de Omar, avanza en su formación virtual como auxiliar administrativa en la Escuela Técnica IME de Apartadó. Su paso por el programa Formándonos para la Paz Total, le ha permitido aplicar sus conocimientos en una institución de inglés, donde hace sus prácticas, allí es valorada por su desempeño en bases de datos, telemercadeo y agendamiento de citas, enriqueciendo tanto su experiencia profesional como sus relaciones personales.
Ecos del conflicto y un mensaje de resiliencia
La historia de Astrid también ha estado marcada por momentos difíciles. Hace 16 años, su hermano mayor, Héctor Fabio, desapareció, dejando una herida abierta en su familia. Para Astrid, Héctor no solo era un hermano era un protector una figura paternal que las cuidaba a ella y a su madre; ambas aún lleva en su corazón el peso de esa pérdida. La tristeza de su madre, sumada a la partida de su abuelo, un líder social quien también fue víctima del conflicto, ha tejido una cadena de sufrimiento que Astrid lucha por romper.
El padre de Astrid también cargó con su propio duelo; la muerte de su hermano lo transformó en un hombre callado e introspectivo. Sin embargo, Astrid ha aprendido a encontrar fuerza en medio de estas ausencias, utilizando cada desafío como un motor para seguir adelante.
Un final esperanzador
Hoy, Astrid es un ejemplo de resiliencia. A través del programa Formándonos para la Paz Total, ha descubierto que nunca es tarde para aprender y crecer. Con agradecimiento sincero, reconoce el papel de la OIT y el Ministerio del Trabajo en su proceso de transformación. "Estos programas, aunque cortos, son profundamente significativos. No solo brindan herramientas laborales, sino también apoyo psicosocial, que es clave para no rendirse y avanzar", afirma.
Astrid tiene un mensaje claro para otros participantes del programa: "Aprovechen cada oportunidad. La experiencia y el aprendizaje son puertas a un futuro mejor". Con el apoyo de su familia y su comunidad, sueña con un Apartadó donde sus hijos puedan caminar seguros y libres. Mientras tanto, sigue con su formación técnica sembrando en su corazón los frutos de la esperanza, con la certeza de que, como los campos verdes que adornan su región, ella también reverdecerá.
Su historia es un recordatorio de que, incluso en tierras marcadas por el dolor, es posible cultivar sueños que florecen en resiliencia y cosechar un futuro donde la paz sea la herencia más preciada para las próximas generaciones.