IDB - Inter-American Development Bank

10/05/2024 | Press release | Distributed by Public on 10/04/2024 21:33

¿Es la educación sobre ciudadanía global de docentes esencial para la democracia


Por Eleonora Villegas-Reimers

Cuando piensas en los docentes, ¿cuáles son cinco características que te vienen a la mente? Yo los veo como profesionales expertos, esenciales para el bienestar de las sociedades, fundamentales para sostener y fortalecer las democracias, agentes de cambio social, y significativamente infravalorados, dada su preparación académica y profesional y la responsabilidad social que cargan. ¿Y tú, qué piensas? ¿De dónde provienen esas ideas? Mientras lees este artículo, te invito a reflexionar sobre el rol que los docentes y su formación pueden desempeñar en el fortalecimiento de la democracia y las prácticas democráticas a nivel individual, comunitario y nacional. Puede parecer una tarea enorme para los maestros, pero como dijo Margaret Mead en 1977: "Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiar el mundo".

El papel de la educación y los docentes en el fortalecimiento de la ciudadanía global y la democracia

En un momento en el que tratamos de entender el estado de nuestros sistemas sociales, incluida la manera en que están organizados y funcionan nuestros gobiernos y comunidades, así como la polarización actual de ideas y valores sociales -como lo vemos en la forma en que los vecinos se tratan entre sí y la falta generalizada de respeto hacia los derechos humanos-, involucrar al ámbito educativo, y en particular a los docentes, parece esencial para mejorar el statu quo.

Los sistemas educativos, a través del trabajo de los maestros, son fundamentales para eliminar las inequidades e injusticias y para fortalecer sistemas donde todas las voces cuenten, las personas sean tratadas con respeto y las ideas se expresen sin temor a represalias, que pueden ir desde la desaprobación social hasta la cárcel en sistemas totalitarios.

Los docentes pueden enseñarnos los valores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y cómo respetar e implementar esos valores en situaciones prácticas. En este momento, esos valores no parecen estar guiando a muchos gobiernos y sociedades, ni muchos comportamientos individuales. A menos que nos comprometamos a unir nuestras mentes, manos y corazones para avanzar hacia un mundo más humano, el declive actual del bienestar humano general continuará. Los maestros pueden ayudar a detener ese declive, pero ellos también necesitan la preparación y las herramientas adecuadas para hacerlo.

El tipo de cambio social necesario para transformar muchas de las prácticas sociales y políticas actuales debe diseñarse e implementarse de manera intencional. Contrario a muchas iniciativas que se centran únicamente en cambiar instituciones y comportamientos de adultos, debemos considerar una iniciativa significativa dirigida a la educación de niños, jóvenes y sus familias. Pensar en cambios a nivel macro cuando se habla del cambio social es esencial, pero no es la única iniciativa necesaria. Centrarse en el cambio individual e interpersonal, comenzando a pequeña escala y expandiéndolo, puede ser una estrategia más efectiva para generar un cambio realista y aplicable.

¿Quién mejor preparado para asumir este desafío que los docentes? ¿Quién más pasa tiempo con los jóvenes, tratando intencionalmente de ayudarlos a entender el mundo, adquirir las habilidades que les permitan buscar más información por sí mismos, desarrollar conciencia personal y social, comprometerse a escuchar y respetar a los demás, y aprender a vivir en comunidad, defendiendo los derechos humanos de cada individuo?

Los docentes bien preparados son algunos de los mejores profesionales para liderar ese esfuerzo, ya que pueden desarrollar currículos significativos e implementarlos de manera efectiva para generar un cambio. Sin embargo, diferentes datos muestran que no todos los maestros están listos para asumir esta tarea de manera responsable y efectiva, incluso cuando tienen el deseo de hacerlo. Varias instituciones están tratando de ayudar (véase, por ejemplo, los proyectos del Banco Interamericano de Desarrollo y los esfuerzos del Instituto Auschwitz). Las instituciones que se centran en el desarrollo profesional de los docentes, desde la formación inicial hasta la mejora continua a lo largo de su carrera, pueden ser algunos de los mejores aliados para quienes están interesados en fortalecer la educación para la ciudadanía global, con un enfoque en la democracia.

Algunas experiencias sobre educación y democracia

Uno de los primeros proyectos grandes que realicé en mi carrera fue un estudio de investigación sobre el estado de la educación cívica en 15 países de América Central y del Sur. Organizado por la Academia de Desarrollo Educativo a principios de los años 90, recopilamos información mediante encuestas y materiales curriculares sobre educación cívica en esos países para aprender cómo abordaban la educación para la ciudadanía en la educación básica y media, y si abordaban la educación para la democracia de manera explícita. La región estaba atravesando importantes cambios políticos y educativos, con democracias emergiendo después de largas dictaduras. Entre los muchos resultados del estudio, encontramos que, aunque todos los países incluían un currículo de Educación Cívica o Ciudadana en al menos dos y, en la mayoría, entre cinco o seis grados desde el jardín de infancia hasta el 12º grado, ninguno enseñaba explícitamente sobre la democracia, sus principios, comportamientos o expectativas. Cuando se les pedían buenos ejemplos de educación para la democracia, muchos señalaron el trabajo de organizaciones privadas y sin fines de lucro, ya que nada significativo ocurría en las escuelas. Los estudiantes memorizaban contenido sin conexión directa con el funcionamiento de las democracias ni se les enseñaba cómo aplicar esos principios en la práctica.

He aprendido a lo largo de los años que la democracia necesita enseñarse, discutirse, practicarse y mejorarse regularmente. Si queremos fortalecer las democracias existentes, los docentes y su formación son clave y valen la inversión.

¿Cuáles son algunas recomendaciones y nuestro papel en implementarlas?

Cuando las sociedades se comprometen a mejorar la educación de sus docentes, pueden poner en marcha un mecanismo para fortalecer los derechos humanos, los principios democráticos y el bienestar general de sus poblaciones. No hay nada innato en el tipo de conocimientos, habilidades y valores necesarios para ser ciudadanos globales responsables; estos valores deben aprenderse, y los docentes son los mejores profesionales para enseñarlos y ayudar a los estudiantes a practicarlos. Sin embargo, los maestros también necesitan estar preparados para enseñar estos contenidos, habilidades y valores de manera efectiva. La educación de los docentes debe enfatizar que no solo importa lo que se enseña, sino cómo se enseña y se modela.

La próxima vez que alguien te pregunte qué características te vienen a la mente cuando piensas en los docentes, espero que una de ellas sea que los maestros son el mejor recurso que tenemos para proteger los derechos humanos universales, la paz, la equidad y la democracia en nuestras comunidades.