11/01/2024 | Press release | Distributed by Public on 11/01/2024 15:53
La merendera jubilada Célia Santos, 65 años, en el edificio Central CadÚnico de Salvador, Brasil
Fotos: Mariana Ceratti/Banco Mundial
En Salvador, no es necesario caminar mucho para encontrar a la población vulnerable y más pobre, especialmente después de la pandemia de Covid-19: está en los puntos turísticos, en las calles de todos los barrios y en los barracones que se acumulan en varias áreas de la ciudad. Un sistema de asistencia social robusto, con presupuesto, infraestructura y equipos dedicados es esencial para ofrecer la garantía de acceso a ingresos y protección de derechos de estas personas, además de oportunidades para salir de la pobreza. Mejorar este sistema fue uno de los resultados más importantes de las dos fases del Proyecto Salvador Social, de la alcaldía de la capital bahiana, con el apoyo del Banco Mundial.
En cinco años, el proyecto ayudó a catalizar iniciativas soñadas por la administración local, tanto en asistencia social como en salud y educación.
Para saber más sobre este trabajo y sus impactos es necesario, primero, entender cómo funciona la asistencia social en Salvador y en otros municipios del país.
En Brasil, estar en el Registro Único (CadÚnico) del gobierno federal es el primer paso para acceder a programas y beneficios federales como Bolsa Familia, Auxilio Gas y la tarifa social de electricidad. A través de Salvador Social, se pudo aumentar de 60 a 100 los entrevistadores que realizan esta tarea en varios puntos de la ciudad y dotarles de computadoras conectadas a Internet, expandiendo la cobertura del servicio y brindando mayor dignidad a los atendidos.
Uno de estos lugares es el gran edificio histórico de la Central del CadÚnico, en el barrio del Comercio, uno de los principales centros financieros y de servicios de Salvador. Allí, pasan aproximadamente 1.200 personas de lunes a viernes y 600 los sábados. El proyecto invirtió en reformas en la infraestructura para incluir la atención los fines de semana e instalar un sistema de aire acondicionado - esencial en una ciudad tan caliente -, por ejemplo.
"Esta es una puerta de entrada para toda la asistencia social. Trabajamos mucho con el Registro Único y otros beneficios, especialmente los dirigidos a la población de calle, pero recibimos todo tipo de demanda. Hasta un parto ya atendimos aquí", cuenta Ivana Tonhá, gerente de gestión del Registro Único y beneficios sociales de la Secretaría Municipal de Promoción Social, Lucha contra la Pobreza, Deportes y Ocio (SEMPRE).
"Sabemos que venir aquí tiene un costo para cada persona; a veces, es un gasto equivalente al de comprar un pan para la familia. Por eso, es importante atender bien a los usuarios, para que no tengan que estar yendo y viniendo", completa Ivana.
La merendera jubilada Célia Santos, de 65 años, ha sido testigo a lo largo de los años de las mejoras en la estructura y en la atención del lugar. "Quedó muy organizado y la gente es muy educada. ¡Nota 10!", elogia ella, que fue al edificio para pedir ser dada de baja de la tarifa social de electricidad.
Fuera de la Central del CadÚnico, es posible registrarse en 33 unidades de atención o a través del CadÚnico itinerante, con autobuses y camiones que recorren varios barrios de Salvador.
Los barracones se acumulan en varias áreas de la ciudad de Salvador
Concurso público
También forman parte de la estructura de asistencia social de Brasil - y de Salvador, por supuesto - el Centro de Referencia de Asistencia Social (CRAS) y el Centro de Referencia Especializado de Asistencia Social (CREAS). El primero trabaja con la prevención de situaciones de vulnerabilidad social. Allí se encuentran diversos programas, beneficios y actividades para acompañar a las familias que están en situaciones de vulnerabilidad. El segundo entra en acción cuando ocurren violaciones de derechos, como eventos de violencia de género, abandono de niños o situaciones que requieren medidas socioeducativas. A menudo, ambos actúan en conjunto, pero son equipos distintos.
Actualmente, Salvador cuenta con 28 CRAS y siete CREAS, distribuidos en 170 barrios. No es suficiente. "Salvador necesitaría tener 55 CRAS, pero eso requeriría financiamiento estatal y federal", explica Emanuele Rodovalho, directora de atención básica de la SEMPRE. Ella continúa: "Antes de la pandemia, teníamos como máximo 350 mil familias en la base del Registro Único. Hoy son 600 mil. Desglosando, son más de 1,5 millones de personas. Cada CRAS tiene condiciones para acompañar hasta 1.000 familias".
A pesar de que el sistema municipal de asistencia social aún no tiene las dimensiones suficientes para hacer frente a la carencia de la población, Emanuele describe el Salvador Social como un hito. "Trajo la posibilidad de mejorar la estructura física, la composición de los equipos y la prestación de los servicios", detalla.
En la primera fase del Salvador Social, nueve CRAS fueron reacondicionados: fueron reformados y/o recibieron nuevos muebles. Más de 10 centros cambiaron de dirección hacia lugares más grandes y con mejor accesibilidad. En todos los casos, la comunicación visual (señalización para los usuarios, por ejemplo) y la estructura tecnológica se incrementaron. Con el apoyo del proyecto, la SEMPRE también tuvo condiciones de realizar el primer concurso público dirigido a profesionales para trabajar en la asistencia social. Antes, se utilizaban registros generales o de personas de otros equipos del municipio, lo que generaba una alta rotación en los lugares de atención.
En la fase 2 del proyecto, seis CREAS fueron reformados y equipados para recibir a los usuarios con una atención de mayor calidad.
Elisama Brandão y su hija Evelyn
Espacio modelo
Inspirado por los aprendizajes y los buenos resultados del Salvador Social, el municipio hizo inversiones con recursos propios. Uno de ellos fue la construcción del CRAS Valéria, inaugurado en diciembre de 2023. El lugar cubre la población de cinco barrios de la periferia y cuenta con 18 ambientes dispuestos en dos pisos. Hay espacios - todos climatizados - para atención social y psicológica, ambientes para talleres, sala para atención de Registro Único y ludoteca. También están disponibles el servicio de wifi gratuito y un ascensor. Se trata de un CRAS modelo, es decir, todos los centros del municipio ahora deberán seguir ese estándar, tanto en infraestructura como en oferta de servicios.
"Fui muy bendecida por este CRAS. Aquí conseguí Bolsa Familia y la ayuda para vivienda, y todos nos atienden bien", cuenta Elisama Brandão, de 43 años, actualmente desempleada. Antes, ella pedía dinero y comida en la calle para mantener sola a sus cinco hijos, con edades entre ocho y 18 años. "Ahora puedo pagar el alquiler, comprar ropa y zapatos para ellos", añade. Vale recordar que Bolsa Familia tiene contrapartidas como exigir que los niños asistan a la escuela y estén al día con los calendarios de vacunación.
"Las instalaciones quedaron perfectas y la atención es buena. Nos tratan a mí y a mi hija con mucho cariño", elogia Andresa Santos, de 25 años. Madre soltera, sin red de apoyo, ella tuvo que renunciar cuando Bella Ayla nació, hace casi tres años. Por eso, en este momento, cuenta con Bolsa Familia y sueña con conseguir un empleo tan pronto como pueda matricular a la niña en una guardería. "Quiero un trabajo honesto. Y, para mi hija, que tenga todo lo mejor y sea una gran mujer", cuenta.
Aunque los obstáculos son considerables, especialmente en una ciudad como Salvador, historias así motivan a los profesionales del sector a perseverar y prepararse para los próximos desafíos. También muestran que la asistencia social puede tener un impacto transformador en la vida de los más pobres al reducir desigualdades y exclusión, crear oportunidades y romper el ciclo intergeneracional de pobreza.