IDB - Inter-American Development Bank

10/18/2024 | Press release | Distributed by Public on 10/18/2024 13:44

Centros de cómputo: la demanda inteligente


¿Cuándo fue la última vez que usaste un buscador en Internet? O, si estás a la vanguardia de la tecnología, ¿cuándo fue la última vez que usaste una inteligencia artificial (IA) generativa para realizar tareas?

Una búsqueda en internet consume aproximadamente 0,3 Wh de energía, mientras que una interacción simple con una inteligencia artificial puede consumir más de 10 veces esa cantidad (3 Wh). Esta diferencia se debe a la gran capacidad de cómputo que requieren los modelos de IA, que implican el uso intensivo de procesadores avanzados, sistemas de refrigeración y almacenamiento de datos. En promedio, el consumo de energía se distribuye en los centros de cómputo de la siguiente manera: procesadores (40%), refrigeración (40%) y almacenamiento y transferencia de información (20%).

Evidentemente, los centros de cómputo no solo se usan para motores de búsqueda o IA, sino también para servicios de streaming, almacenamiento en la nube y, en algunos casos, para el procesamiento de criptomonedas. Teniendo en cuenta que existen 5,5 mil millones de usuarios de internet a nivel global, se estima que estos centros ya representan cerca del 2% de la demanda global de electricidad (~450 Teravatios-hora - TWh). En algunos países, como Singapur e Irlanda, la situación es aún más significativa, ya que los centros de cómputo consumen aproximadamente 7% y 20% de la demanda total de electricidad, respectivamente.

Perspectivas globales: crecimiento y eficiencia

A medida que el uso de internet continúa expandiéndose y la adopción de la IA se normaliza en diversos ámbitos de la sociedad, se espera que la demanda de electricidad por centros de cómputo siga aumentando. Por ejemplo, la demanda combinada de Amazon, Microsoft, Google y Meta se ha duplicado entre 2017 y 2021, alcanzando los 72 TWh. Como comparación, la demanda global de electricidad para vehículos eléctricos en 2023 fue de 130 TWh.

Sin embargo, proyectar este crecimiento a largo plazo no es simple. A la par que crece el número de centros de cómputo, también mejora su eficiencia energética. Las edificaciones diseñadas específicamente para alojar estos centros se construyen con criterios energéticos más estrictos, y los procesadores consumen cada vez menos energía para procesar más información. Incluso, la misma IA ayuda a optimizar el consumo energético, gestionando el uso de los procesadores y de los centros de cómputo de manera más eficiente.

Una publicación reciente del Instituto de Investigación de Energía Eléctrica (EPRI, por sus siglas en inglés) proyecta que la demanda de centros de cómputo en Estados Unidos para 2030 podría situarse entre 4,6% y 9,1% de la demanda total del país (actualmente es del 4%). De igual forma, la Agencia Internacional de Energía (IEA, en inglés) menciona que la demanda global de electricidad para centros de cómputo y criptomonedas podría crecer de 450 TWh a un rango entre 620 y 1050 TWh para 2026, dependiendo del ritmo de adopción y la mejora en eficiencia. Este rango amplio ilustra el nivel de incertidumbre que aún existe.

Perspectiva en América Latina y el Caribe

En América Latina y el Caribe (LAC), cerca de un tercio de la población no tenía acceso a internet en 2020, y al 2024 eso se ha reducido a 23%, lo cual supone un reto y una oportunidad. La región trabaja para mejorar la cobertura de internet a la par que avanza hacia la cobertura universal de electricidad. Al mismo tiempo, LAC cuenta con abundantes recursos energéticos renovables que podrían convertirse en una fuente de energía limpia y competitiva para satisfacer la demanda global de centros de cómputo, presentando una oportunidad atractiva de inversión. Sin embargo, el crecimiento de estos centros en la región dependerá de factores específicos, como el costo de la energía, la confiabilidad de la red eléctrica y la facilidad de conexión a la red de internet (conectividad).

Oportunidades y desafíos

  • Inversiones. Si la región quiere atraer más inversiones, los niveles de calidad de servicio eléctrico deben incrementar sustancialmente, tanto con relación a la frecuencia de cortes de electricidad, como en su duración. Por ello, los centros de cómputo requieren no solo inversiones en fuentes de generación de bajas emisiones, sino también en el fortalecimiento de las redes eléctricas de transmisión y distribución para garantizar un servicio de alta calidad.
  • Demanda flexible: Los centros de cómputo tienen la capacidad de convertirse en un elemento de demanda flexible para el sistema eléctrico. Por ejemplo, es posible programarlos para realizar el "entrenamiento" de modelos de IA en las horas de baja demanda o "mover" la carga de cómputo entre distintos centros. Esta flexibilidad permite gestionar mejor la red eléctrica y podría contribuir a la estabilidad del sistema. La convergencia entre servicios de electricidad y servicios de cómputo requiere de la modernización de nuestros marcos regulatorios
  • Seguridad, no solo energética: A medida que crece la cantidad de datos personales y corporativos almacenados, la revolución de la IA viene acompañada de una creciente necesidad de ciberseguridad. Si la región quiere atraer inversiones en centros de cómputo, debe avanzar en el desarrollo e implementación de normativas para la seguridad cibernética.

En conclusión, el crecimiento de los centros de cómputo a nivel global y regional implica tanto desafíos como oportunidades. América Latina y el Caribe, con su potencial para generar energía renovable y el interés en aumentar su conectividad digital, se encuentra en una posición estratégica para atraer más inversiones en esta área.

Sin embargo, será necesario implementar políticas que promuevan una infraestructura energética robusta y confiable, así como normativas de ciberseguridad, para capitalizar plenamente este potencial y desarrollar una demanda energética más inteligente y sostenible. La demanda en centros de cómputo no necesariamente será disruptiva; por el contrario, representa una oportunidad significativa para atraer inversiones que impulsen el desarrollo social y económico de la región, alineando el crecimiento con la sostenibilidad.