12/12/2024 | News release | Distributed by Public on 12/12/2024 16:36
El cambio climático se manifiesta a través del agua. Nueve de cada diez desastres naturales están relacionados con el agua. A nivel mundial, más de 1.800 millones de personas se ven afectadas de forma recurrente por inundaciones y, en Europa, el 12 % de la población está expuesta a inundaciones fluviales. Ante esta realidad, es necesario reflexionar sobre las estrategias de adaptación al cambio climático.
Aunque las inundaciones no son una novedad en toda la cuenca mediterránea, la virulencia de algunos episodios de lluvias de los últimos años, y más recientemente en la Comunidad Valenciana, Andalucía o Cataluña, han llevado a las administraciones y organismos públicos a replantear sus protocolos y medidas de reducción del riesgo para la población.
Solo en Cataluña, según datos del INUNCAT, existen 521 municipios obligados a disponer de un plan de emergencias en caso de inundaciones. De estos, 385 están clasificados con un nivel de riesgo muy alto o alto.
Ante la amenaza que suponen estos episodios de intensas lluvias para nuestras ciudades y pueblos, ¿qué podemos hacer?
Inversión en infraestructuras
La modernización y adaptación de los sistemas de drenaje urbano son inversiones fundamentales para la resiliencia de nuestras ciudades y pueblos frente a episodios extremos. Abordar este reto requiere una visión integral que contemple la innovación tecnológica, la planificación urbana sostenible y la gestión adaptativa de los recursos hídricos.
La construcción de tanques de tormentas (depósitos de retención de aguas pluviales), de grandes colectores de aguas residuales o la canalización de rieras juegan un papel esencial en la reducción del impacto de estos eventos en el ámbito urbano. Y en este sentido, la ingeniería también ha avanzado con soluciones basadas en la naturaleza, como las balsas de laminación o los parques inundables.
Foto bassa de laminació a Cox, Alacant
Los parques inundables, por ejemplo, permiten funcionar como grandes tanques de almacenamiento de agua que evitan que se inunden las zonas bajas de la ciudad. Una vez finalizado el episodio de lluvias, esta agua se puede tratar en la depuradora y devolverla al medio, o bien aplicarle un tratamiento terciario para poder reutilizarla en tareas de limpieza urbana o riego. En Alicante, por ejemplo, encontramos el Parque Inundable La Marjal, situado en una zona urbana desarrollada sobre terrenos que formaban un humedal. Es un parque singular que, además de la función de ocio y recreo, cumple una función hidráulica: en caso de lluvias fuertes, sirve de depósito de retención de aguas pluviales, con una capacidad de almacenamiento de 45.000 metros cúbicos de agua, el equivalente a trece piscinas olímpicas.
Afortunadamente, este tipo de parques funcionan la mayor parte del tiempo como espacios verdes urbanos, incentivando la recuperación de la flora y la fauna autóctonas, y aplicando el concepto de circularidad de recursos, como el uso de agua regenerada. Asimismo, se ha comprobado que pueden funcionar como verdaderos refugios climáticos. En el caso del parque La Marjal, ha logrado reducir la temperatura ambiental de la zona entre 3 y 4 grados.
Sistemas de alerta temprana y protocolos de emergencia bien definidos
Las mejoras estructurales a través de infraestructuras grises y verdes cumplen una función esencial, pero ante determinados episodios puntuales, con períodos de retorno de decenas de años (número de años en los que, de media, se vuelve a producir un determinado evento), poco podemos hacer más allá de disponer de sistemas de alerta temprana y de protocolos de emergencia bien definidos, con responsabilidades perfectamente establecidas y mecanismos ágiles de aviso.
La tecnología de previsión meteorológica ha evolucionado enormemente en la última década. Este tipo de tecnología no solo se utiliza en caso de alertas meteorológicas, sino también en la planificación, por ejemplo, de trabajos de mantenimiento de la red de alcantarillado, que es una infraestructura clave que determina la capacidad de desagüe en caso de lluvias intensas. Y en esta planificación de trabajos también juega un papel relevante la inteligencia artificial, porque permite pasar de un mantenimiento preventivo a uno predictivo, incorporando muchas más variables en la toma de decisiones y transformando los datos en información que se aplica en la gestión de los sistemas de alcantarillado y drenaje urbano, con el objetivo de que estén en las condiciones óptimas para afrontar estos episodios meteorológicos extremos.
En la fase previa a las lluvias también es de gran ayuda disponer de modelos matemáticos, que permiten realizar simulaciones del comportamiento, tanto de la red urbana de alcantarillado como de las rieras y cauces fluviales. Estos modelos, junto con la instrumentación precisa de campo que proporciona datos en tiempo real (como el caudal o su calidad), nos aportan una información básica para la movilización de personal operario, activación de protocolos de emergencia o gestión de las mismas infraestructuras para que estén "preparadas".
Sensibilización ciudadana
Pero tan importante como las mejoras estructurales y la tecnología de previsión meteorológica, es la concienciación de la ciudadanía. Los riesgos naturales, especialmente el riesgo de inundación, va en aumento con el cambio climático, y es necesario trabajar en campañas informativas, formar a la población, comunicar las pautas sobre cómo actuar -tanto preventivamente como durante la emergencia- porque el resto de medidas pueden tener una eficacia limitada si no se tiene en cuenta el papel destacado de la ciudadanía en la reducción del impacto de estos desastres naturales.