12/11/2024 | Press release | Distributed by Public on 12/11/2024 09:45
BOGOTÁ (Noticias OIT) Dianey nació hace 32 años en el Quindío, Cauca, en una familia humilde que luchaba contra las dificultades impuestas por el conflicto armado. A sus seis años, el asesinato de su padre, Silvio Urrea, cambió para siempre el rumbo de su vida. Silvio, un hombre trabajador y honesto, se negó a ceder a las extorsiones de los grupos armados, quienes terminaron con su vida en la vereda Uribe. Ese acto de violencia dejó a su madre sola, con cuatro hijos y una tienda que apenas podía sostener.
La tragedia no terminó ahí. Poco tiempo después el hermano mayor de Dianey también fue asesinado por las mismas razones, profundizando las heridas de la familia. Sin su padre ni su hermano, la madre de Dianey se convirtió en un pilar inquebrantable, sacando adelante a sus hijos con esfuerzo y amor. Para ayudar a su madre, Dianey empezó a trabajar desde los 10 años, vendiendo pan de maíz y empanadas en las calles. A los 13 años se trasladó a Cali para trabajar y apoyar económicamente a su familia.
Aunque la violencia siguió persiguiéndolos, su madre logró asegurar un techo para la familia al recibir una casa en la ciudad de Cali, por ser víctima de desplazamiento. Dianey terminó su bachillerato con uniformes prestados, mientras soñaba con estudiar medicina, sueño que la realidad económica no le permitió cumplir. Sin embargo, esa semilla de ambición y aprendizaje permaneció intacta, esperando su momento para germinar.
Un emprendimiento que florece entre sacrificios
Con el tiempo, Dianey conoció a su pareja y, al quedar embarazada, enfrentó una nueva etapa en su vida. Su esposo la animó a estudiar de manera virtual, lo que la llevó a elegir la estética y belleza como camino profesional. Con un préstamo inicial, comenzó su sala de belleza hace cinco años, equipada solo con una silla Rimax, una mesa, un secador y una plancha para cabello. Su primera clientela consistió en cuatro vecinas que, entre peinados, también la ayudaban a cuidar a su pequeño bebé recién nacido.
Poco a poco, gracias al voz a voz y a su dedicación, su emprendimiento fue creciendo. Hoy, instalado en la misma casa que su madre recibió como desplazada, el salón de Dianey está bien organizado y cuenta con las herramientas necesarias para ofrecer un servicio de calidad.
A pesar de las dificultades, como trabajar hasta altas horas de la noche y sacrificar tiempo con sus hijos, ha logrado construir un espacio que no solo genera ingresos, sino que también es símbolo de su resiliencia.
El programa Formándonos para la Paz Total llegó en el momento preciso, ofreciéndole no solo herramientas técnicas, sino también apoyo psicosocial. Dianey agradece profundamente a la OIT y al Ministerio del Trabajo por el conocimiento adquirido. Ahora, con confianza, maneja herramientas como Excel y Word, puede ayudar a sus hijos con sus tareas, e incluso asistir a vecinos con problemas técnicos en sus computadores.
Un final esperanzador
Dianey sabe que su conocimiento es un patrimonio invaluable que nadie podrá quitarle. Mientras motiva a sus hijos a ser mejores cada día, envía un mensaje claro a otros participantes del programa de formación: "Aprovechen cada oportunidad. El aprendizaje nos da confianza y abre puertas". Hoy, desde su hogar en el barrio Meléndez de Cali, Dianey continúa su vuelo, demostrando que con esfuerzo, valentía y fe, las cenizas pueden convertirse en alas hacia un futuro lleno de esperanza.