IDB - Inter-American Development Bank

08/22/2024 | Press release | Distributed by Public on 08/22/2024 08:04

¿Cómo impacta el cambiante panorama de las cadenas globales de valor en América Latina y el Caribe


En los últimos años, el panorama global de comercio e inversiones ha sufrido transformaciones importantes. Mientras las economías de todo el mundo lidian con crisis y tensiones geopolíticas, las empresas y los gobiernos replantean sus estrategias con respecto a las cadenas de producción y suministro. Para América Latina y el Caribe, esto podría marcar un posible punto de inflexión si logra aprovechar las nuevas circunstancias más favorables.

Como destaca el Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2024 del BID, la región se enfrenta a un enorme desafío en materia de productividad, con un crecimiento a largo plazo que ronda el 2%. Factores como la infraestructura deficiente, la debilidad de las instituciones y la inestabilidad política han perjudicado su desempeño económico, al igual que su tendencia a centrarse en sectores menos dinámicos y sus dificultades a la hora de adoptar tecnologías modernas.

La inversión extranjera directa es una vía crucial para superar estos desafíos, aumentar la productividad e impulsar el crecimiento económico mediante la introducción de tecnologías y prácticas avanzadas.

¿Podría ser éste un golpe de suerte para la región?

Si bien los desafíos son numerosos, las actuales tensiones globales presentan oportunidades significativas para la región. El Brexit, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la pandemia del COVID-19 y el conflicto en Ucrania, entre otros acontecimientos, han llevado a las empresas a ajustar las ubicaciones de sus puntos de producción y diversificar sus redes de suministro para reducir los riesgos asociados a cadenas de valor globales lejanas y dispersas. Iniciativas recientes adoptadas por el gobierno estadounidense como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) y la Ley de Creación de Incentivos Útiles para la Producción de Semiconductores (CHIPS, por sus siglas en inglés) destinan más de US$400.000 millones para consolidar las cadenas regionales de suministro de semiconductores, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover la fabricación de vehículos eléctricos cerca del país. Esto impulsa la demanda de tecnologías, minerales y componentes de energías limpias que la región puede suministrar. Con el 50% de su energía producida por fuentes renovables y una riqueza en minerales, como níquel, grafito y litio, la región está preparada para sacar partido de estas tendencias.

En 2022, la región experimentó un crecimiento sin precedentes en la inversión extranjera directa, pasando de US$70.500 millones a US$208.500 millones. Este aumento se debió en gran medida a que las empresas que ya operaban en la región reinvirtieron sus beneficios, los cuales anteriormente habían retenido debido a la pandemia del COVID-19. Este crecimiento no solo sobrepasó los niveles anteriores a la pandemia, sino que también superó ligeramente su máximo anterior de 2011. En marcado contraste, en 2022 la inversión extranjera directa hacia Asia permaneció estancada, y las economías en desarrollo, en general, experimentaron una reducción del 37%.

El mundo en su conjunto registró una disminución en la inversión extranjera directa en 2023. Sin embargo, América Latina y el Caribe mantuvo niveles estables de inversión, y observó un aumento notable de los anuncios en proyectos de inversión extranjera directa -donde las empresas establecen nuevas operaciones en el extranjero- alcanzando los US$122.000 millones, un aumento del 9,1% desde 2022. Los principales sectores beneficiados son los minerales esenciales, las energías renovables, la industria automotriz y los semiconductores.

Oportunidades más allá de la inversión en los grandes países

Del total de la inversión extranjera directa que llega a la región, más del 60% se concentra en unos pocos países: México, Brasil y Chile. Sin embargo, aunque las inversiones iniciales pueden centrarse inicialmente en estos países, generan demanda de servicios, materiales e insumos intermedios que pueden ser suministrados por otros países de la región. Al aprovechar esta oportunidad y producir estos insumos intermedios en las zonas más costo-efectivas, América Latina y el Caribe puede desarrollar sólidas cadenas de valor regionales, una consideración importante en un panorama global en el que la producción está cada vez más segmentada en múltiples etapas.

Por ejemplo, México se ha convertido en un importante centro de la industria automotriz, que atrae cuantiosas entradas de inversión extranjera directa. Esto crea oportunidades para otros países de la región capaces de suministrar productos intermedios como cables aislados y componentes de motores. Nicaragua, Honduras y El Salvador ya exportan US$1.600 millones en cables aislados a México, pero estas exportaciones representan apenas el 10% de las importaciones totales de México de dicho producto. La mejora de estas cadenas de suministro podría intensificar aún más la integración regional, extendiendo los beneficios del aumento de la inversión de unos pocos países a toda la región.

Uno de los desafíos más significativos para la región es su bajo nivel de comercio interregional. Solo el 14% del comercio de la región tiene lugar dentro de sus fronteras, una cifra inusualmente baja en comparación con otras regiones. Este problema se agrava por la falta de armonización entre los acuerdos regionales existentes, lo que impide la integración efectiva en las cadenas regionales de valor. Para afrontar estos desafíos, resulta esencial consolidar los acuerdos comerciales regionales, rebajar los aranceles interregionales y reducir los costos de transporte, abordando al mismo tiempo barreras no arancelarias como las medidas proteccionistas, los subsidios, las reglas de origen, las normas y las certificaciones. También hay que hacer frente a la deficiente infraestructura de la región, ya que agrava las barreras naturales que impone la geografía y a menudo debilita sus ventajas comparativas y competitivas.

La promesa del cambio de las cadenas globales de valor

La reconfiguración de las cadenas globales de valor representa una oportunidad única para impulsar a la región por la senda del crecimiento sostenible. Los países de la región pueden aprovechar la inversión extranjera directa de dos maneras: en primer lugar, atrayéndola ellos mismos y, en segundo lugar, aumentando las exportaciones de insumos intermedios dentro de la región hacia sectores y países con altos niveles de inversión. Para lograrlo, los países deben fomentar un entorno institucional favorable, desarrollar marcos regulatorios robustos y crear capacidades locales para absorber e integrar eficazmente las tecnologías extranjeras. Es primordial abordar las barreras significativas que obstaculizan el comercio interregional, como los aranceles, las regulaciones y los problemas logísticos. La región puede aprovechar su proximidad a los Estados Unidos, sus abundantes recursos para producir energía verde, sus amplios acuerdos de libre comercio, su fuerza laboral joven y cualificada, así como su competitividad salarial. Dadas estas condiciones favorables, es necesario un esfuerzo más deliberado y enérgico para garantizar que la región aproveche esta oportunidad de crecimiento y desarrollo.